miércoles, 3 de diciembre de 2014

El invierno llama a la puerta...

Sentir cómo se va el otoño, siempre trae de vuelta la sensación de que algo de mí también se va con él. Recorrer las calles cubiertas de hojas secas, sentarse en aquel banco alejado de todo mientras contemplo como las ramas de un viejo árbol son agitadas con fuerza por un viento demasiado acostumbrado a silbar sin escuchar su eco.


En esta época del año los paisajes se visten de Vincent Van Gogh, mostrándonos la fuerza de sus colores y la soledad de sus calles, haciéndonos partícipes de un cuadro que dura apenas tres meses, pero que inspira todo un año.

Época de contrastes el otoño, de fuertes vientos y frágiles andares bajo la lluvia, de pocas luces y muchas sombras, de frías manos y ardientes corazones. Las horas del día parecen escurrirse y perderse en un horizonte cada vez menos colorido, advirtiéndonos que el cambio de época espera, con sus fuertes garras de frío intenso y blanca mirada.

Aprovecharé estas últimas horas mientras cae suavemente hasta la última hoja, entendiendo el por qué de cada caída, dejándome invitar a sentir su dolor y compartiendo su final, observando su extraño balanceo tras un viento que me avisa, que el frío está por llegar.


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