lunes, 6 de octubre de 2014

Un simple sueño...

Hoy he tenido un sueño. Bueno, realmente lo tenemos cada vez que dormimos, pero hoy lo recuerdo. Más que sueño ha sido una "pesadilla". Es curioso como recordamos con más facilidad las pesadillas que los sueños alegres. Retenemos con más facilidad las "desgracias y decepciones" que las alegrías.


El punto inicial que recuerdo, es que me encontraba en el agua, miraba alrededor y no avistaba tierra por ningún lado, solo que a mi derecha había un avión, un tremendo y enorme avión. Obviamente pensé que había sido víctima de un accidente, de un temido accidente de avión y era el único superviviente pues no conseguía ver a nadie más.


Estaba tremendamente nervioso, era medio de noche en mitad de la nada, no recordaba lo que había sucedido y una terrible sensación de angustia se iba apoderando de mí. No sabía que hacer, ni que pensar aparte de intentar mantenerme a flote, dando tiempo a mi cerebro a procesar todo este lío en el que le había metido sin previo aviso.


Pasados los minutos de confusión iniciales, tocaba reaccionar, tocaba intentar hacer lo que siempre hacemos. Sobrevivir. Miré a mi derecha, y avisté a no más de 100 metros el ala izquierda del avión, que a primera vista parecía ser un Airbus A320, típico avión comercial para trayectos de corta y media distancia. 

Nadé de forma decidida y gastando de manera inconsciente mis ultimas fuerzas para llegar lo antes posible al ala izquierda, que a simple vista no parecía tener daños físicos, simplemente flotaba y con un vaivén hipnótico parecía invitarme a subir.

Llegué, cansado, congelado y aún sin entender nada. Pero llegué y en ese momento era lo único que importaba. Conseguí subirme tras varios intentos fallidos, pues las fuerzas escaseaban y el frío helaba mis huesos. Me tumbé mirando al cielo. Estaba precioso. Es increíble como en aquel infierno que estaba pasando, aún el paraíso era visible. Conseguí tranquilizarme, y tumbado boca arriba una pequeña lágrima se me escapó, sin permiso y sin avisar, recorriendo mi mejilla lentamente.

Esa falsa y angustiosa tranquilidad pronto vio su fin. Un fuerte estruendo acompañado de un brusco golpe en la cola del avión me sobresaltó. Me incorporé y vi con desolación como el único amigo que tenía en aquel lugar empezaba a hundirse, y mis esperanzas con él. Salté al agua de manera espontánea, sin pensarlo demasiado, y sin saber si había hecho lo correcto.

El avión no tardó demasiado en hundirse, provocando un fuerte oleaje a mi alrededor. Era el fin. Lo sabía. Lo notaba. Decidí, en apenas unos segundos, que lo más fácil era abandonarme, no luchar contro lo enevitable. Puedo asegurar que sentí como "la muerte" se apoderaba de mí, el frío en los huesos, la falta de aliento, la desesperación de lo inevitable... Era el fin. Fue el fin.

Me desperté, no como uno se suele despertar de una pesadilla. Abrí los ojos, mientras respiraba hondo de manera incontrolada. Estaba oscuro, aún no era consciente de nada. Obviamente había dejado de sentir el frío en el cuerpo, pero el del alma se negaba hacerlo. Me incorporé, y vi con una alegría imposible de describir, una típica luz de mi habitación que me avisaba que había vuelto a la realidad. Respiré hondo y con una sonrisa en la cara, di gracias por que fuera lunes.



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