sábado, 27 de diciembre de 2014

Ese pequeño rincón personal...

Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada.
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 A menudo, cuando nada de lo que me rodea llama mi atención, hago un pequeño retiro personal en un rinconcito alejado de todo ruido, de incluso mi ruido interior que es el que más alto resuena en mi largo eco. Siempre voy solo, en realidad lo necesito. Allí estoy eso, solo pero acompañado de la naturaleza, la que me recuerda qué soy realmente, y que debo de bajar la mirada más a menudo a contemplar la belleza de aquello que piso a veces sin prestar demasiada atención.


Hoy ha sido un día de esos, en los que necesitaba alejarme y centrarme en la nada y en todo a la vez. Recostado en una piedra que sabe el nombre de mis lamentaciones más secretas, mientras miraba el reflejo de los últimos rayos de sol en el agua, he visto en pergamino de oro escrito todo lo que sé hace demasiado. Errores personales, aciertos que dibujan una sonrisa en mi corazón, espontaneidad en decisiones que jamás pensé que haría, nombres, miradas, recuerdos...

Allí me siento como en casa, en una casa en la que realmente puedo ser yo sin tener que soportar el dolor silencioso de miradas ajenas en la cercanía, en este rincón, que sabe a momentos mejores, me libero de toda norma preestablecida, el tiempo pierde sus leyes físicas y se apoderan del ambiente las fuerzas de lo espiritual, las emociones juegan un papel importante, si... me siento como en casa, mi hogar del que apenas puedo hablar. Los "¿dónde vas otra vez?" son respondidos con una media sonrisa y una mirada fugaz al suelo. Qué difícil es hacer entender lo que solo se expresa a través del silencio.

Este es mi pequeño reino en la tierra donde guardo grandes verdades y alguna mirada perdida hacia un infinito que anhelo acariciar alguna vez. No necesito demasiado, en general en mi vida tampoco aunque los que crean conocerme solo se fijen en unas apariencias barnizadas por las ganas de hacer ver que soy "normal" en un mundo de locos. Nada más absurdo.

No... no necesito demasiado, no más que un loco que busca felicidad en una vida que parece que parpadea con demasiado descontrol. Los pilares que sujetan mi bienestar en esta realidad son las leyes básicas de la sonrisa perpetua para casi toda la humanidad. Aunque nos guste jugar a ser dioses de todo aquello dónde reposaron nuestros ojos alguna vez.


He esperado hasta la puesta de sol, como casi siempre. Siempre cae frente a mí el sol que conozco mejor que a mis erróneas decisiones. La impulsividad define parte de mis errores, errores de cara a un público cada vez menor. No tengo miedo a estar solo, tengo miedo de llegar a estar un día reunido con mi sombra y comprobar como ni ésta ya me entiende.  No, la soledad no es tan mala como parece, hay que entenderla, escucharla, aprender de su mensaje y evitar su dolor punzante cada vez que nos empeñamos en hacerle ver, a la soledad, como las sonrisas de un pasado que habita en el presente era más paraíso que aquél que Adan se empeñó en destruir.


Si... mientras resumía mi año en mi cabeza el sol se fue por  un horizonte abarrotado de altos árboles y el frío se empezó apoderar de mí. Recogí mis últimos pensamientos, eché una mirada atrás y supe que volvería a este lugar. Es especial, todo lo especial hace que miremos de manera cariñosa y le guardemos un pequeño lugar en nuestra vida. En nuestra rutina. En nuestro diario de cosas que merecen la pena vivir, por las que merece la pena morir luchando.


Volví al coche, fuera... hacía frío.




viernes, 26 de diciembre de 2014

Aunque duela, ha llegado el final...



Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada.
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Aunque duela, pasaré página al último libro de mi biblioteca preferida...
Aunque duela, soplaré esta vela que se moría por arder...
Aunque duela, dejaré de escuchar aquella canción que pintaba tu silueta en mi soledad...
Aunque duela, miraré para otro lado cuando mis pasos se empeñen en avanzar...

Uff, aunque duela...

Aunque duela, romperé todas las cartas arrinconadas en el fondo de mi alma...
Aunque duela, lanzaré al mar los motivos que me hicieron volver a nacer...
Aunque duela, enterraré mis ganas de buscar una sonrisa en el sol...
Aunque duela, dejaré que un hasta luego se convierta en un adios y gracias por todo...

Vaya, duele demasiado...

Aunque duela, cerraré la puerta al salir y no miraré atrás, me llevaré conmigo la llave hasta el final...
Aunque duela, negaré hasta tres veces la mayor de las evidencias mientras intento escapar...
Aunque duela, dejaré de soñar y me limitaré a tropezar y aprender de nuevo a caminar...
Aunque duela, cambiaré la belleza de lo bohemio por un puñado de normalidad...

Duele, lo acepto, pero...

Aunque duela, dejaré de comprobar todas las noches si la luna brilla con la misma intensidad...
Aunque duela, olvidaré por qué crecí cuando más minúsculo me sentía...
Aunque duela, apagaré con lágrimas todas las verdades que en lo profundo arden con intensidad...
Aunque duela, quemaré aquella foto que ilumina mi extraña realidad...

Ya termino, resiste porque..

Aunque duela, eliminaré aquella sonrisa de mi armario de momentos únicos...
Aunque duela, romperé todo espejo que me devuelva la mirada que me hizo suspirar...
Aunque duela, pensaré que en aquél efímero paraíso siempre bailó sin pareja aquél dolor...
Aunque duela... volveré a leer todo esto... aunque duela... debo despertar...

Aunque duela... ha llegado el temido final.





(Borrador principios Octubre/14)



miércoles, 24 de diciembre de 2014

No es un día cualquiera...

 Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada.
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Todos los días son únicos y en todos encuentro un motivo para sonreír. Sigo aprendiendo a caminar cada día, no me canso de aprender a conocerme un poco más. Acostumbrado a vivir entre demasiado ruido, me escapo cuando puedo a dialogar con un silencio que cada vez conozco mejor. Simplemente me siento a su lado durante el tiempo que necesito y entiendo todas aquellas cosas que la rutina me vende como piedras preciosas, pero que oculta la mayor de las cadenas.

Hoy, 24 de Diciembre de un año lleno de significados y destellos únicos que me devolvieron la fe, es un día de reencuentros familiares, de sonrisas, de mesas demasiado llenas y abrazos... quizá, vacíos. Seré uno más en esta jungla donde me siento indefenso y me limitaré a repetir, como ya tantas veces he hecho, respuestas para preguntas desgastadas de ser repetidas.

Pero aún así, en este día también tendré tiempo para mí y mis pequeñas aficiones. Levantarse temprano hoy no era una opción, más bien una pasión. Mientras leéis esta entrada programada para publicarse a las 11:45, quizá esté sentado en algún rincón aún sin ser descubierto por mi o tirado en el suelo intentando sacar una fotografía de algo que me haya llamado la atención.

Coger el coche con todas las ilusiones bien colocadas en el maletero y dirigirme a vivir el día, mientras paso por carreteras que me hacen pensar y liberan sonrisas en mí, recordar la suerte que he tenido en tantos aspectos este año que termina, en ser poseedor de una gran verdad, en mirar por la ventanilla y hacerme pensar que la vida, es sobretodo, vida.

Siento ser escueto hoy, y reconozco que me cuesta escribir cuando se trata de mi parte más blanda, lo siento, solo estoy acostumbrado a compartirla con mi amigo, el de las miradas silenciosas. Es posible también que cuando leas esto, estaré ya en mitad de una pelea de gladiadores, con el turrón como excusa y la innecesaria aprobación popular como premio.

Feliz Noche, pero no dejéis jamás de hacer lo que os llena aunque las miradas pretendan cuestionar todo lo que tocáis. Sé de lo que hablo. Hasta el próximo escrito.

sábado, 20 de diciembre de 2014

La alegría está en lo minúsculo...



 Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada. (A nivel personal, te recomiendo la escuches entera, merece la pena. Ya sabes, las pequeñas cosas...)
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 Perdemos demasiado tiempo creando expectativas del cuándo conoceremos la alegría plena. Nos imaginamos mil historias cuyo contenido no cabría ni en la Biblioteca de Alejandría. No es nada ordenado, simplemente nos empeñamos en abrir puertas esperando encontrar una sonrisa al otro lado que nos haga entender por qué el suelo parece tambalearse cada vez que avanzamos.

Demasiados pseudo paraísos fueron inundados por las propias lágrimas de quién esperaba encontrar en el oasis de su destino la clave de la alegría perpetua, y me hicieron ver de forma trasparente que no existe tal santo grial, tan solo se haya escondido en la más profunda de las ilusiones humanas, cuyo deseo de encontrar siempre fue mayor al de disfrutar de un precioso camino lleno de pequeñas sonrisas y educativas lágrimas.

Un reencuentro, una sonrisa correspondida, una mirada inocente, un regalo inesperado, una amistad no buscada, un beso deseado, un risa sincera, un abrazo, un detalle gracioso, una puesta de sol, respirar aire puro, una canción, un mensaje oculto, un largo paseo, compartir una afición, cantar solo, llorar juntos, una respiración contenida, un mensaje no enviado, un pensamiento recurrente, compartir silencios, mirar a la vida con los ojos del alma... detalles, pequeños detalles llenos de vida, emisores de alegría, burbujas suspendidas que dan sentido a la vida.

Por eso no pienso encontrar un motivo de peso pues me acabará ahogando. Aprender de los pequeños grandes detalles y situaciones de una vida consumida por lo grandilocuente, del esperar demasiado, del querer encontrar la estrella que nos guíe sin fallos. Debemos romper las cadenas que nos aten a postes imaginarios, descolgarnos las exigencias de años de espera, la espera por lo que jamás llamará al timbre.

No, no busques más sin razón, la alegría completa no existe, no tal y como la entendemos. Todo abrazo guarda un silencio doloroso, toda despedida unas ganas de reencuentro. Vés, piénsalo por favor, toda luz le aguarda su pequeño rinconcito de bella oscuridad. Abre la puerta de tu mente, y empieza a disfrutar de todo aquello que hasta ahora eran simples viajeros de tu rutina. Vive.


viernes, 19 de diciembre de 2014

Una enfermedad llamada prisa...


 Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada.
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Cruce de pisadas en una jungla con aroma a estrés, de una sociedad basada en fugaces miradas sobre espejos que piden explicaciones sin esperar respuesta, de puertas que se abren pero que no esperan que nadie las traspase. Prima el avanzar a gran velocidad aunque para ello pisemos la mano que nos da comer y pongamos fecha de caducidad a nuestro respirar.

Respiraciones compulsivas en habitaciones con oxigeno limitado, agota el comprobar que por más que lo intentemos llegamos siempre tarde a nuestra propia cita, pues perdimos los papeles hace demasiado, papeles en blanco no por falta de tinta sino de compromiso con la vida, se nos olvidó repostar, se nos olvidó verter dosis de tranquilidad en una ecuación con demasiadas incógnitas.

Necesitamos reposar  de esta enfermedad en un banco que pide tranquilidad a gritos desde hace demasiado. Noto cansados mis ojos, no porque no sean capaces de procesar todo lo que ven, sino de darle sentido. Quiero saborear esa brisa fresca de una mañana cualquiera a capítulos... sin final concebido. Necesito entenderme a mi mismo aunque tenga que reescribir mi propio final infinitas veces, quiero enamorarme sin pensar en el final que todos esperan, quiero correr a una velocidad a base de suspiros correspondidos.


El "tiene que ser hoy" , "respóndeme ahora", "aquí y ahora" pierden vida y ganan fuelle a pasos agigantados, pasos que nos estrangulan y arrinconan a la libertad y nos obligan a decir "si" sin escuchar la pregunta, aunque ésta sea nuestra sentencia de muerte.

Me gustaría pensar que aquella mirada fue eterna porque nació libre, aquel sí fue sincero sin necesidad de que una pistola llamada oportunidad  le apuntase mientras le enumeraba su futuro, condenando su porvenir en caso de saltarse las reglas previamente encarceladas. Me gustaría pensar, pero llaman a la puerta... por desgracia, con demasiada intensidad. Si, las prisas una vez más.








jueves, 18 de diciembre de 2014

La intensidad de la vida...



 Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada. 
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Como luciérnagas dejándose llevar en mitad de la noche, la vida se compone de preciosas luces rodeadas de extenuante y atractiva oscuridad. Pequeñas dosis de azúcar para un pastel aún sin terminar, del que no sabremos de él hasta que nos queme sin compasión, siendo ya tarde para pedir una página más de aquél libro olvidado en el tercer cajón de una antigua mesilla oculta en nuestro interior.

La intensidad no se mide, se siente, se nota en el dudoso andar de unos pies... en el mirar alegre tras una ventana exigiendo libertad. La vida tiene la misma cara para todos, pero se empeña en evidenciar una distinta sonrisa lanzada al azar sobre todos aquellos que eligieron jugar. Y lo siento, no te empeñes en hacerle sonreír, te golpeará duramente y te mostrará el camino de una cruel aleatoriedad.

A veces se siente tan fuerte como una elegante pluma escribiendo tus penas sobre un papel demasiado fino, excesivas letras desordenadas clavadas por un martillo llamado realismo para toda una eternidad. Gotas de una lluvia atemporal empeñadas en recordarte una vez más, la delicadeza de lo natural... la belleza de lo básico... lluvia de recuerdos sobre un pantano llamado locura a punto de desbordar.

El "hola" y el "adios" firmaron el final, como un simple parpadeo de una vida demasiado ajetreada,  la intensidad decide cambiar de rumbo mientras buscamos sorprendidos dónde dejamos nuestro puzzle a medio terminar, a la vez que nos tapamos los ojos y evitamos ver marchar a la pieza principal.


Dime, vida... por qué dejaste de ser suave como la mirada de una madre ante su hijo, dime... cuándo te resbalaste delicadamente entre mis años y te escapaste a mis espaldas, dime... cuando volverás para recoger los pedazos de un sordo eco gritando sin cesar. Dime... por favor, dime una vez más.


"Hoy volveré a tí"... quise entender decir a la vida, a lo lejos, mientras me cegaba la mirada del sol. Hoy el amanecer entre la niebla me devolvió la intensidad.

martes, 16 de diciembre de 2014

La fantasía oculta tras un sueño...


 Recomiendo escuchar esta canción mientras se lee la entrada. 
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Vivimos inmerso en una rutina barnizada de un tono al que estamos acostumbrados, un tono que nos es familiar y cómodo, pero seguramente le falten las pinceladas de belleza desordenada que muchos pedimos a gritos. Y para eso, están los sueños.


Curioso mundo el onírico, grandes sentimientos ocultos en un sueño caduco y condenado al suspiro, reflejo de nuestros objetivos y metáfora de nuestra propia vida. Dentro de ellos sentimos la verdadera libertad de mover los hilos de nuestra existencia sin tener que poner retrovisores a nuestro pensamiento... y entre rejas a nuestros actos.


Pero toda sonrisa oculta un llanto... y la luz que inunda los sueños trae oculta una gran y densa oscuridad. El miedo es llamado a declarar ante un subconsciente sin defensa, y es disparado a quemarropa ante un "yo" venido a menos. Intentamos huir sin resultados ante una puerta que es golpeada con estridente continuidad y miramos cabeza abajo la realidad dentro de nuestro propio sueño arrinconada y cuestionada con mirada penetrante y obligada a señalar.


Curiosas siempre las reacciones al despertar, analizando durante una eterna incredulidad, dónde los pies reposarán sin miedo de nuevo, nos cuestionamos en que plano vivimos, pero sobretodo en cual de ambos fue en el que sentimos de verdad. Nostalgia, sonrisa y una pizca de miedo al comprobar que regresamos al mundo donde los vivos temen a los muertos, y donde los sueños vencen con facilidad a una realidad magullada de tantas dosis de sinceridad.

Todas las noches vuelvo a la cama con esa sensación de que los sueños están al caer, pero temo de nuevo el sonido que reclama mi vuelta a la realidad. Creo que es necesario ansiar el soñar para valorar cada paso que damos en esta desierta y extraña soledad.

Curioso mundo el de los sueños, sin duda.




lunes, 15 de diciembre de 2014

Campanas de una cambiante Navidad...



La Navidad, esa época del año donde las calles, que hasta esta fecha, son simples espectadores de nuestra agitada rutina, de nuestro nervioso andar por la vida, se visten para la ocasión, y como si fueran musas de nuestra imaginación, se las escucha cantar sin temor.


He escuchado varias veces, e incluso yo mismo he pronunciado estas palabras, "el tiempo no pasa, somos nosotros". En gran medida, así es, pero la Navidad no es lo que era, la Navidad se ha ido olvidando, dejando paso a una nueva etapa: el consumir para sentirte realizado en estas fechas. Es normal, y "lógico" salir en busca del regalo perfecto, con la esperanza puesta en encontrar ese objeto arto deseado, que logre barnizar con una brisa de falsa felicidad estas fechas.


En estos días, también es típico, normal y por qué no, necesario, reunirse con aquellas personas que apenas vemos durante todo el año, entablando conversación quieras o no, sobre temas intrascendentes y poco necesarios, pero, es Navidad, "debes" comportarte y saludar incluso al diablo si pasase por tu casa en busca de un mazapán.


Reconozco que soy joven, quizás este pensamiento no debería atraparme, pero me apena ver como el regalo más grande que tenemos, jugamos al poker con él, a un todo o nada, haciendo un pulso casi interminable, y a veces, perdiéndolo. Si, estás en lo cierto, estoy haciendo referencia a todos aquellos que caminan todos los días de nuestra vida a nuestro lado, compartiendo nuestras alegrías, pero sobre todo, aguantando con nosotros todas las cargas que esta bendita vida, a veces nos da.


Podría decir que echo de menos esas comidas familiares de estas fechas, al calor de una humeante chimenea, compartiendo anécdotas, risas, y por qué no decirlo, alguna que otra lágrima, pero mentiría. Para mí, la Navidad es todo lo contrarío, tranquilidad, descanso y una pizca de autocrítica por el año vivido.

¡¡Felices Fiestas!!


miércoles, 3 de diciembre de 2014

El invierno llama a la puerta...

Sentir cómo se va el otoño, siempre trae de vuelta la sensación de que algo de mí también se va con él. Recorrer las calles cubiertas de hojas secas, sentarse en aquel banco alejado de todo mientras contemplo como las ramas de un viejo árbol son agitadas con fuerza por un viento demasiado acostumbrado a silbar sin escuchar su eco.


En esta época del año los paisajes se visten de Vincent Van Gogh, mostrándonos la fuerza de sus colores y la soledad de sus calles, haciéndonos partícipes de un cuadro que dura apenas tres meses, pero que inspira todo un año.

Época de contrastes el otoño, de fuertes vientos y frágiles andares bajo la lluvia, de pocas luces y muchas sombras, de frías manos y ardientes corazones. Las horas del día parecen escurrirse y perderse en un horizonte cada vez menos colorido, advirtiéndonos que el cambio de época espera, con sus fuertes garras de frío intenso y blanca mirada.

Aprovecharé estas últimas horas mientras cae suavemente hasta la última hoja, entendiendo el por qué de cada caída, dejándome invitar a sentir su dolor y compartiendo su final, observando su extraño balanceo tras un viento que me avisa, que el frío está por llegar.


martes, 2 de diciembre de 2014

Aquella pequeña gran puerta...

Oculta entre texturas armonizadas de una época pasada. Así se ocultaba para mis ojos aquella puerta al pasado, aquel relieve que mis manos recorrieron lentamente mientras los pliegues de aquella extraña puerta, me revelaban mil historias y me hacían participe de aquella época.

En una calle apenas transitada, en la que la iluminación es escasa desde el momento que el sol decide decir adiós, la puerta durante años se aprovechó de sombras alargadas para ocultarse ante miradas poco aventureras y dispuestas a conocer más allá.

Su pequeña apariencia y sus delicados detalles ocultaban, al acercarme a sentir la fuerza de siglos pasados, como en realidad su tamaño no era tal, y sus pequeñas imperfecciones en realidad ocultaban la belleza de lo extraño.

Muros cómplices de una belleza inusitada, de un recuerdo vivo entre sus piedras bajo un medio arco con líneas que marcan y definen su vejez expuesta ante todos. Roces y grietas en forma de pequeños agujeritos parecen exhalar voces de un pasado aún latente.

Quiero pensar que esa "falsa" puerta hoy, fue hace no demasiado, una entrada a un hogar familiar, en el que mientras calentaban al fuego la poca comida que les quedó del día anterior, se miraban con cara cómplice y sonreían bajo la poca luz que les entraba por la ventana situada por encima de sus cabezas, en una noche de luna creciente... como lo ha sido hoy.

Hoy, esa puerta de toscos muros y grandes piedras, llamó mi atención deseosa de compartir su historia, de hacerme participe de sus vagos susurros y su enorme recuerdo. Hoy me comuniqué con el pasado y me hizo entender el presente.